Benedicto XVI en 7 palabras: un pontificado de ideas

18/03/2024

Uno de los galardonados por el Premio J. Ratzinger de investigación teológica, en 2023, Pablo Blanco Sarto, ofreció una conferencia sobre algunas ideas expuestas por Benedicto XVI a lo largo de sus años de pontificado.

El pasado 15 de marzo y dentro del ciclo de conferencias programadas por la Facultad de Teología, que tienen como objetivo facilitar a los alumnos un acercamiento a personas que se dedican a las áreas de estudio e investigación teológica y pastoral, además de abrir la facultad a todas aquellas personas interesadas en el conocimiento que se imparte en la institución, fue el turno de Pablo Blanco Sarto (Zaragoza, 1964), profesor de la Universidad de Navarra, galardonado -conjuntamente con el profesor Francesc Torralba Roselló, colaborador también de la Cátedra Andaluza de Bioética de nuestra facultad- del Premio J. Ratzinger de investigación teológica, en 2023. El Premio Ratzinger de Teología es un galardón que otorga anualmente la Fundación Vaticana “Joseph Ratzinger-Benedicto XVI” a uno o varios académicos que se hayan distinguido por méritos particulares en publicaciones y/o investigaciones científicas.

La conferencia del profesor Blanco versó sobre algunas ideas expuestas por Benedicto XVI a lo largo de sus años de pontificado (2005-2013). Se centró en siete puntos principales: amor, razón, creación, adoración, Jesucristo, Iglesia y belleza.

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El primado del amor nos habla de la necesidad de una conciliación entre “Eros” (amor de necesidad) y “Ágape” (amor de gratuidad), que puede ser posible mediante la purificación del primero. En este sentido, el ser humano se hace receptáculo de un “amor prestado” que procede del amor más grande: Dios. Este amor nos hace capaces de compensar aquellos momentos en los que no alcanzamos a amar y necesitamos abrirnos al don de la gracia.

La razón es otro de los temas estrella del pontificado de Ratzinger; especialmente en sus complejas relaciones con la religión. Ambas realidades deben curarse de sus “enfermedades” respectivas, evitando el riesgo consiguiente de fanatismos y fundamentalismos. No podemos olvidar ciertas derivas de la razón moderna, tendente en ocasiones a la creación de monstruos como Auschwitz, Hiroshima o, la más cercana en el tiempo Chernóbil. Por este motivo, en su discurso en la Universidad de Ratisbona, Ratzinger habló de la necesidad de ampliar los horizontes de la razón pura, para hacerla capaz de abrirse a las demandas de la ética, el arte, el mundo afectivo y  la religión.

La creación es también una de las ideas principales de su pontificado, que ha sido tomada por su sucesor con la publicación de la encíclica Laudato Si’. La contemplación de la naturaleza, con la consiguiente revalorización de la ecología y el medio ambiente, son una ventana que nos conecta a la realidad. Ratzinger elogiaba la capacidad humana de conocer la naturaleza de las cosas como quien conoce el libro de instrucciones de esta; hilo que luego retomaría Francisco en su encíclica sobre el cuidado de la casa común.

La adoración era considerada por Benedicto XVI como el motor de la Iglesia y como una actividad que nos liberaba de la idea cortoplacista de eficacia y rentabilidad, tan presentes en la sociedad actual. Se trata de aprender a rezar y a esperar, frente a la inmediatez actual de resultados. En este sentido, Benedicto XVI consideraba el tema de la liturgia como un asunto capital, e insistía en que celebrar bien la liturgia era hacer Iglesia, crear comunión y ser fuente de estímulo para la misión.

La quinta palabra nuclear es Jesucristo. Una figura, la de Jesús de Nazaret, que hay que anunciar como Dios y como hombre. O de otra manera, en contraste con la separación entre la historia y la fe, Ratzinger afirmaba que Jesús y Cristo formaban una unidad indisoluble. Jesús de Nazaret, anunciado en su muerte y resurrección, era para el pontífice la misión principal de la Iglesia.

La Iglesia constituye la sexta palabra y es presentada por Ratzinger como cuerpo y esposa de Cristo, subrayando así la dimensión femenina de la Iglesia. En una dualidad no excluyente, hemos de ser capaces de llegar a la afirmación de Cristo sí y la Iglesia también. Es interesante la imagen que utilizaban los Padres de la Iglesia: Cristo es como el sol que ilumina y la Iglesia es como la luna, cuya luz proviene de Cristo.

Finalmente, la séptima y última palabra hace referencia a la belleza. Ratzinger tenía una especial predilección por la belleza -algunos llegan a asegurar que su teología tiene música de fondo, en atención a su pasión por Mozart-. Esta concepción lleva al papa alemán a entender la belleza como agente evangelizador, puesto que es un camino que nos conduce a Dios. No en vano, la liturgia era para Benedicto XVI una fuente inagotable de belleza.

La conferencia, que se ha desarrollado en el Aula Magna de la Facultad, ha contado con la presencia del Excmo. Sr. Arzobispo de Granada, monseñor José María Gil Tamayo, y un importante número de alumnos y profesores.

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