Marta Madueño es estudiante de Criminología en la Universidad Loyola. Gracias al Servicio de Evangelización y Diálogo (SED), ha realizado un Voluntariado Internacional con Proyecto Hombre en Braga, Portugal.
Para ella el voluntariado con el SED siempre ha sido importante y por lo tanto, ha estado presente en su vida. "Cuando descubrí la oportunidad que ofrecía Loyola no tuve ni que pensarlo, cuando me dieron el destino, no podía ni creérmelo. Realmente no tengo muy claro si en mi futuro profesional podría serme de utilidad este voluntariado concretamente ya que estudio criminología, pero lo que si tengo claro es como me ha aportado para mi futuro y desarrollo personal".
A Marta Proyecto Hombre le interesaba, lo conoció en su ciudad, Córdoba, y conoce a su vez, casos cercanos que le tocaban directa e indirectamente. "Ser voluntaria me ha dejado acercarme aún más. Conocer a las personas y dejarme conocer, entender las realidades y llenarme un poco de su fe y ambiciones. Me llevo muchas cosas buenas de este voluntariado, en cambio dejo un cachito de mi corazón en Portugal, en Proyecto Hombre".
Para ella su ilusión sería vivir en un constante servicio donde impregnarse de olores, sitios e historias nuevas. "Dedicaría toda mi vida al servicio sin esperar nada a cambio en parte porque sé que esto nunca es verdad, siempre me llevo algo bueno de cada experiencia como voluntaria que realizo".
"Proyecto Hombre ha sido un centro donde he enseñado, he aprendido y donde he sido quien quería ser"
Es una experiencia donde "se construyen las segundas oportunidades y de cómo la gente pasa por nuestra vida aportando algo, como yo a ellos, como ellos a mí. A veces pienso que he dejado allí a personas que difícilmente vuelva a ver, pero me he quedado con todas las sonrisas que nos hemos regalado". Ha sido su primera experiencia como voluntaria en soledad y de manera personal ha vuelto a casa teniendo claro que hay que querer siempre, "la vida es demasiado corta para gastarla en el odio, en la tristeza o peor aún, en la indiferencia porque como una vez escuche; hombre soy, nada relacionado con él, es ajeno a mí."
Decir muchas gracias y por favor, dar los buenos días, buscar ayudar y ayuda siempre, escuchar todas las historias, pararse a ver las flores y a la gente caminar, hablar solo, reír, cantar…
Después de vivir este voluntariado, Marta busca su significado y su sentido a la vida, vivir el día a día como si fuera el último. "Tener claro que un día no vamos a estar y sobre todo agradecer, agradecer lo que somos, lo que tenemos y lo que vivimos. Animo profundamente desde mi corazón a todo el mundo a ser voluntario y lo haré siempre".
Es así como ella cierra su testimonio con uno de los mensajes que dejó Baden Powell, el fundador del movimiento scout al cual ella pertenece, "de donde he cultivado todos mis valores y de donde he sacado todas mis razones para realizar el servicio con el fin de que estas palabras puedan ser la razón de todo aquel que me lea".
Cita textualmente: “Pero la verdadera manera de obtener la felicidad es haciendo felices a los demás. Traten de dejar este mundo en mejores condiciones de como lo encontraron; de esta manera, cuando les llegue la hora de morir, podrán hacerlo felices porque, por lo menos, no perdieron el tiempo e hicieron cuanto les fue posible por hacer el bien".