Gemma Sáez, psicóloga experta en violencia de género, ha impartido una masterclass a los estudiantes del Máster Universitario en Psicología General Sanitaria de Loyola Másteres, sobre intervención psicológica a mujeres maltratadas.
La violencia sexual abarca cualquier acto desde el acoso verbal a la penetración forzada y una variedad de tipos de coacción, desde la presión social y la intimidación a la fuerza física, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En este sentido, Gemma recuerda que la violencia sexual empieza en un “simple” comentario o insinuación. “Ciñéndonos a la definición dada por la OMS, el acoso sexual que suponen los avances sexuales explícitos no deseados o los comentarios sexualizados serían propios de violencia sexual, aunque tengan una gran aceptación social”.
Decidió enfocar su trayectoria profesional hacia el tratamiento y ayuda a las mujeres que han sufrido abusos sexuales porque las víctimas de violencia sexual presentan graves consecuencias, que les afectan a su salud mental. “Destacan, aunque no son las únicas, depresión, ansiedad, dificultad de conciliar el sueño, estrés postraumático o trastornos de ansiedad”, profundiza.
La intervención en estos casos se adecua en función del tipo de violencia que la mujer ha sufrido y las propias características de la víctima, aunque la terapia psicológica siempre va destinada a la reparación psicológica de la víctima como consecuencia de la violencia sufrida. “El trabajo con mujeres que han sufrido cualquier tipo de violencia de género es largo y costoso, pero muchas, con la ayuda necesaria, consiguen superar la violencia que han sufrido”.
El presente y futuro de la violencia contra las mujeres
La pandemia de la COVID-19 trajo consigo medidas sanitarias como confinamientos domiciliarios y las restricciones a la movilidad. Para las mujeres víctimas de violencia de género supuso estar encerradas durante largos periodos de tiempo con sus maltratadoras, sin poder escapar de la situación de abuso. “Es más, la situación de incertidumbre económica y sanitaria pudo incrementar la ira de los maltratadores, aumentando la vulnerabilidad y el riesgo para las mujeres”, aclara Gemma.
“La normalización de la pornografía o ciertos tipos de música que utiliza a las mujeres como instrumentos sexuales son el caldo de cultivo para la normalización de conductas abusivas y agresiones sexuales”.
Pese a que las cifras no son alentadoras en relación con la erradicación de la violencia de género, Gemma recuerda que muchas mujeres han podido salir de la relación violenta gracias a los recursos institucionales que existen para su protección. Sin embargo, considera insuficientes las partidas económicas dirigidas a este asunto, que es la base del problema, lo que impide ver cambios a largo plazo en la evolución de la violencia de género.
“Soy optimista en relación con las nuevas formas igualitarias de relación entre hombres y mujeres. Creo que en las últimas décadas hemos dado importantes pasos dirigidos a la igualdad de género”.